Aquí vamos con el comienzo de una saga de terror esperpéntico, humor lisérgico y muy poca vergüenza: "Mariano, asesino en serie novato". No se la pierdan...
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Aviso
de contenidos: el
autor del siguiente escrito y de las posteriores entregas del mismo no se hace
responsable de la susceptibilidad de los lectores ante las ideas, situaciones,
personajes, o cualquier otro elemento del texto. En esta historia no se busca la
corrección política, no tiene fines didácticos o enriquecedores, ni pretende
informar de nada. Lo único que se quiere es hacer reír. Si no se consigue esto
último, el autor tampoco se hace responsable.
Día 1
Pensando que en
un futuro mi vida y obras serán la materia prima con la que se escribirán best
sellers, se rodará alguna saga de películas de culto y se redactarán la tesis
doctorales de algunos criminólogos, he creído conveniente comenzar la redacción
de éste mi Diario-Confesión Criminal (en adelante DCC) para que sirva como guía
para tales trabajos y garante de la veracidad de todos ellos. Todo eso sucederá
cuando me haga famoso no sólo por mis espectaculares e ingeniosos crímenes, por
haber mantenido en jaque a la policía con mis macabros juegos o por mi
brutalidad, sino por ser el primer asesino en serie por vocación, no por
condición, de la historia.
Yo no tengo un
doble gen Y ni traumas o antecedentes infantiles (si exceptuamos el bullying durante
mi etapa escolar, mi escaso éxito social, la severidad de mis padres, mi
inestabilidad emocional, mi sexualidad atípica, el entorno social deprimido,
los juegos del tío Aurelio, la piromanía y la enuresis). No, lo mío ha sido una
inspiración que me llegó viendo por cuadragésimo séptima vez “El Silencio de
los Corderos”, la que considero mi Biblia Cinematográfica Personal (en adelante
BCP). Codiciamos lo que vemos cada día,
fue la frase que me convenció. Aníbal
tiene razón, yo codicio ser como él, un asesino en serie brillante y con tirón.
Reconozco que la parte de la medicina y la erudición me quedan lejos, para qué
vamos a engañarnos, pero lo otro, lo de matar a la gente y hacerle perrerías,
eso sí que puedo hacerlo yo; vaya que sí. Tampoco cuento con los recursos de un
John Doe o un Jigsaw, que parecen becados por una universidad para psicópatas,
así que tendré que comenzar con obras más modestas, pero todo se andará.
Aún no tengo
decididas la naturaleza exacta de mis crímenes ni la zona en la que los cometeré,
algo importante porque no es lo mismo ser el navajero de Alcobendas que el
caníbal de Berlín, por poner un ejemplo. La falta de vehículo propio me limita
en cuanto a la localización y, las cosas como son, no me apetece mucho eso de
comer gente o violarla. Tendré que estudiar detenidamente este punto.
Eso es todo de
momento, ya seguiré relatando mis avances. Y recuerden, estremecidos lectores, no pienso ir a visitarlos, el mundo es más
interesante con ustedes dentro.
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