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Les hemos dado vida, pero no somos sus dioses… |
Al principio la gente no le dio
importancia al asunto. Nadie movió un dedo cuando el doctor Henry Jekyll fue
ingresado en un manicomio, o cuando Oliver Twist fue dado en adopción a una
pareja sin hijos de Worcester. La noticia de la detención del capitán Achab por
caza furtiva de ballenas apenas ocupó unas líneas en la sección de sucesos de
los periódicos, y aún menos difusión tuvo el juicio contra Hércules Poirot por
injerencia en la labor policial. Uno a uno, sin que la opinión pública fuera
consciente de ello, la mayoría de personajes de ficción terminaron siendo
asimilados por nuestra realidad.
Siete años después una figura delgada
y anacrónica, pertrechada con una vieja armadura y subida a lomos de un rocín
flaco, apareció por los campos de La
Mancha dispuesta a desfacer
entuertos en honor a su amada; la Asamblea Revolucionaria de Personajes de
Ficción acababa de dar su primer golpe de mano.
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