Para enfermos de aburrimiento alérgicos a la pasta de celulosa, para exiliados de bibliotecas con tiempo pero sin estantes, para marineros de la red con tendencia a hacer parada y fonda en tabernas de relatos, para viajeros de sillón y amantes de la aventura estática, para todos ellos y para ti mismo se abre esta consulta literaria, la del doctor Perring, enhebrador de palabras, zurcidor de conceptos y trazador de historias.


Tratamiento único y definitivo: tú pones los segundos, el que suscribe pone las letras...

martes, diciembre 04, 2018

Victoria pírrica



Microcuento. La eterna disputa entre el poeta y el científico...


Recibió la llamada al alba, apenas clareado el cielo por la inminente llegada del sol, y al otro lado del hilo telefónico la voz del científico sonaba una vez más triunfante. Lo citaba para una hora después en una playa cercana, y el poeta, obligado por la sangre a continuar con aquella batalla que siempre estuvo perdida, confirmó la cita.


            El espectáculo sobre la arena era sobrecogedor: cientos, miles de personas se congregaban alrededor de aquella inmensa mole de carne varada en la costa. Aquel ser, una especie de octópodo de dimensiones imposibles, se secaba al sol bajo el vuelo de una multitud de gaviotas que lanzaban al aire sus gritos de felicidad y regocijo ante la perspectiva del pantagruélico banquete de carroña que se les ofrecía. A su lado, el científico contenía una carcajada de plena satisfacción. Poco a poco, con la frialdad del cirujano que eviscera el cadáver de un donante, fue desgranando una serie de datos científicos y técnicos que convertían al Kraken, a ese hijo pródigo de la fantasía y la irrealidad, en una simple especie más, en un nombre de raíces latinas que pronto pasaría a formar parte del largo glosario de realidades posibles y catalogadas, de certezas científicas incuestionables.

            –Ya te demostré que las estrellas no son ángeles, ni el sol un carro de fuego; que el amor no es nada más que una mera reacción química, y el Kraken una especie abisal que surge de las profundidades sólo cuando ya no es más que un montón de carroña. ¿Sobre qué escribirás cuando el último de tus mitos sea sacado a la luz y desarmado por las herramientas de la ciencia?
            El poeta quedó un instante en silencio, aplastado por aquellas palabras y la verdad que tras ellas se escondía.
            –Ese día, si llega –dijo al fin–, escribiré una elegía por el científico al que ya no le quedan misterios que investigar.


 Publicado originalmente en "La Biblioteca Fosca Nº1: El Kraken"

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