El bosque mediterráneo

Microcuentos escritos para la Ecoagenda de la Junta de Andalucía 2011, año internacional de los bosques.

Viaje postrero

Una hoja parda cabalgando una corriente de aire, cabeceando, bailando al calor de una mañana de agosto. En su planear nervioso roza la piel de una encina amodorrada, perdida en visiones de otras épocas. Luego continúa su descenso, se pinta de jara y se perfuma de romero, para terminar en el abrazo agudo de una zarza traicionera.

Licor de plata

El licor de plata vuelve mágicas las noches del sur. Con la luna ahíta se derrama sobre celaje del bosque, resbala sobre la piel de madera, toca el suelo, se evapora, se mezcla con los aromas forestales, con el alma de sus bestias, y un lamento coral da las gracias por la bendición recibida.

Al otro lado

El animal sintió algo, un chasquido del instinto. Al otro lado del cañón el cazador observaba atento, pero algo lo distrajo, un presentimiento. De repente se sintió aterrado. Apenas se atrevió a mirar de reojo, un poco más. Nadie. Espiró, dejó escapar al animal junto con aquella horrible sensación; qué difícil jugar al otro lado del tablero.

Leyenda

Lo vio morir desde su ventana: los pinos claudicando ante la sierra, el lince convirtiéndose en quimera, la jara gritando en amarillo antes de ser arrancada por la empresa. Le dijeron que así era el progreso: bienestar para todos y grandeza. Pero el aún llora por su bosque, ahora que no es más que una leyenda.

Predadores

Desde la oscuridad los oye, en las penumbras espera. Sus ojos, dos destellos en la negrura, son fuerza, odio y orgullo. Recuerda ser parte y cabeza, señor de sus iguales. Un ladrido, una carrera, truenos con olor a pólvora y pisadas de bota. El lobo ya no es cazador, cuando el cazador se acerca.

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