“Cada persona es un mundo”, reza una máxima por todos conocida; “cada autor es un mundo”, se podría extrapolar -se habrá hecho en multitud de ocasiones-. Pero como siempre suele pasar -al menos nos pasa a algunos- ha de ser la experiencia de lo extremo la que nos enseñe la verdad que se esconde tras aforismos como el arriba reseñado. Eso ha sido la lectura de esta novela, un paseo por el mundo de Coetzee, un mundo nuevo para el que suscribe; realmente nuevo.Y en espera de futuras visitas a ese lugar, de nuevas visiones reveladoras, asomos a través de una perspectiva sin duda especial, quedo con la sincera impresión de haber descubierto un rincón singular donde dar cobijo a mis ansias de maravilla. Ha sido una intensa experiencia para mí el presenciar cómo la realidad brota de estas líneas; pura, sin la más leve mácula de artificio, auténtica, inexorable en sus azares, exacta. Después de leer la novela, creo que no mentiría quien dijera que ha vivido unos meses dentro del profesor David Lurie; ni más ni menos.
Autor: John Maxwell Coetzee (1940) nació en Ciudad del Cabo y se crió en Sudáfrica y Estados Unidos. Es profesor de literatura en
Sinopsis: A los cincuenta y dos años, David Lurie tiene poco de lo que enorgullecerse. Con dos divorcios a sus espaldas, apaciguar el deseo es su única aspiración; sus clases en la universidad son un mero trámite para él y para los estudiantes. Cuando se destapa su relación con una alumna, David, en un acto de soberbia, preferirá renunciar a su puesto antes que disculparse en público. Rechazado por todos, abandona Ciudad del Cabo y va a visitar la granja de su hija Lucy.Allí, en una sociedad donde los códigos de comportamiento, sean de blancos o de negros, han cambiado; donde el idioma es una herramienta viciada que no sirve en este mundo naciente, David verá hacerse añicos todas sus creencias en una tarde de violencia implacable.
Edición: Desgracia, ediciones Debolsillo, colección Coetzee.Traducción de Miguel Martínez-Lage, edición de bolsillo, 271 páginas.ISBN: 84-9759-944-6
Conclusión: Desgracia es un frío baño de realidad al que el lector es invitado a entrar con suavidad para luego verse atrapado sin remedio. Elegante, precisa, despojada de todo añadido que pueda enturbiar nuestra visión, la prosa de Coetzee nos introduce dentro de David Lurie y nos hace acompañarle a su particular viaje a los infiernos, sin miramientos, sin pudor, sin escondernos nada.
Desde la comodidad de una vida rutinariamente placentera, parapetado tras su erudición y su solvencia económica, creyéndose centro de un universo que gira en torno a él, acompañamos al protagonista hasta ese punto sin retorno donde sólo la resignación queda como respuesta posible ante una realidad, la de
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