Nueva entrega de El
Test de Rorschach-Perring, la serie de diez preguntas con la que tratamos
de hurgar impunemente en las meninges de los autores. En esta ocasión, el
atrevido que se ha enfrentado a nuestras preguntas es ni más ni menos que Jesús Cañadas, autor que “lo está
petando” con su novela “Los nombres muertos”. A poco de bajar del avión que le
devolvía a Frankfurt, le hemos asaltado para sacarle sus verdades; he aquí el
resultado:
Jesús Cañadas
nació en Cádiz en 1980 bajo el nombre de Yolanda. De natural muy señoritingo,
le molestaba la arena de la playa en los días de levante. Armado con una
fiambrera de filetes empanados y una cantidad inusitada de becas de distintos
organismos, lleva años dando tumbos por el mundo con la excusa de crecer como
persona. Dado que dejó de crecer como persona a los catorce años, esta excusa
ya no se la cree nadie.
En algún punto de sus viajes se dio cuenta de que tenía las tardes libres y se planteó pasarlas escribiendo cosas. Hasta ahora ha conseguido engañar a gente para que se las publique (“El Baile de los Secretos” AJEC 2011; “Los nombres muertos”, Fantascy Penguin Random House 2013). Ahora lo que le quita el sueño es engañar a gente para que se las compre. Si usted tiene algún problema y se lo encuentra, quizá pueda contratarlo. Evite mencionar lo de Yolanda.
Te despiertas
sobresaltado debido a un ruido atronador, como un tompetazo, te acercas a la
ventana y ves que el cielo se ha vuelto negro como tela de cilicio, que la luna
es roja y ya huele a boñiga de los cuatro caballos que mencionan en la Biblia.
Ha llegado el Apocalipsis, y tú con esos pelos. ¿Qué haces, a quién llamas?
Me volvería a la cama, abrazaría a mi chica y le diría al
oído: menos mal que estás aquí.
Probablemente también llamaría a mi madre para despedirme y
para decirle que tenía razón y dios existe después de todo.
Por un soplo,
eres consciente de que varias agencias de inteligencia te tienen pinchada la
línea… ¿Algo que decir ante semejante público?
Si
os interesa lo que yo hablo al teléfono es que estáis haciendo las cosas muy,
muy mal.
Como en “El
gran despilfarro”, unos abogados de postín te informan de que un pariente, de
cuya existencia no tenías ni idea, te ha nombrado como único heredero de su
inmensa fortuna, valorada en varios cientos de millones de euros, pero te pone
condiciones para poder cobrarlos: tienes que gastar diez millones en un sólo
día quedando al final del mismo sin un céntimo en tu poder, no puedes regalar
nada de gran valor y no puedes decirle a nadie qué estás haciendo. ¿Cómo te lo
montas?
Creo
que lo donaría todo y que se joda mi pariente y el dinero. Se trata de
necesitar menos, no de tener más.
Te encuentras
un extraño reloj por ahí tirado y, trasteando con él, descubres que tiene la
cualidad de poder detener el tiempo y te da la posibilidad de hacer lo que
quieras mientras todo lo demás está “congelado”. ¿Cómo lo aprovechas?
De
la manera más egoísta posible: me iría todos los días a Cádiz a echar la tarde.
Un día,
sentado en el váter para hacer aguas mayores y apretando porque el perrete no
termina de asomar el hocico, miras al espejo y no te ves reflejado. Al parecer
eres capaz de volverte invisible con cierto tipo de esfuerzo. ¿Qué haces con tu
nueva habilidad?
Lo
que todo el mundo con mi edad mental: ver tías en pelotas. Pero me acabaría
cansando porque no podría tocarlas, y porque lo que mola de verdad es convencer
a las tías para que estén en pelotas contigo.
Como algunos
autores dicen que les ha pasado a ellos, tienes la posibilidad de contactar con
el espíritu de algún genio difunto y escribir al dictado. ¿Aceptas la
posibilidad? Si no la aceptas, di por qué. Si la aceptas, di de qué autor querrías
recibir el dictado y por ése.
Que le den por culo al dictado y a los genios, si
tengo esa posibilidad quiero pasar la tarde charlando con mi padre.
¿Has tenido
alguna vez una polución nocturna? Cuenta, cuenta… Si no, cuenta el sueño en el
que más cerca crees haber estado…
Y, doctor Perring, qué picantón está usted. Claro que
las he tenido, cuando era adolescente. Los sueños eran de lo más normal, soñaba
que me liaba con las amigas de mi hermana.
Lo jodido para mí siempre han sido las pesadillas,
pero como sobre eso no me has preguntao…
Recibes una
extraña visita en tu casa, resulta que es uno de los funcionarios kármicos
encargados del papeleo de las reencarnaciones, y al parecer hubo una
equivocación contigo: no te tocaba ser gaditano. Como tú no has tenido la
culpa, te dan la posibilidad de elegir lugar de nacimiento, cualquiera menos
Cádiz capital o provincia. ¿Qué lugar eliges? ¿Por qué?
Y una mierda me vais a cambiar a mí de Cádiz: les
soborno con los diez millones de mi pariente muerto para que hagan la vista
gorda.
La operación
experimental salió muy bien, a efectos prácticos es imposible adivinar que
naciste como Yolanda y que no fue hasta un par de décadas después cuando te
convertiste en Jesús. Pero el secreto se va a destapar, van a sacar un
documental sobre tu historia y, visto que ya es irremediable, mejor que seas tú
el que se lo diga. ¿Cómo se lo cuentas a la parienta?
¿Qué le hace pensar que no se lo he contado ya?
Pero bueno, por entrar en el juego, le diría: “Cariño,
he encontrado la mejor publicidad posible para mis libros. ¿Te suenan los
hermanos Wachowski?”
Otra
civilización contacta con nosotros y están tan avanzados que controlan agujeros
de gusano con los que poder anular las distancias interestelares. Resulta que
les parece curioso e interesante eso a lo que nosotros llamamos Literatura, y
piden una muestra. Tras una extensiva y escrupulosa selección, a los encargados
de decidir qué libros mandamos les queda un hueco, y los tienes delante;
convéncelos en cien palabras para que incluyan tu última novela, “Los nombres
muertos”.
No. Si mandáis “Los nombres muertos”, destruirán la
Tierra. Mandad a Bradbury, a Cortázar, a Calvino, a Dumas, a Safo, a Storni, a
Cernuda, a Benedetti, a Borges y a Homero. A los ingleses que los jodan.
2 comentarios:
Jeje. Como se dice por mi tierra, en esta sección no das puntá sin hilo
Hombre, al final todo depende de si los autores entran al trapo o me dan capotazos a mí, pero siempre se saca algo, jejeje...
Gracias por pasarte.
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