Disco Jack es el tipo ese de ahí, el de las pelotas de acero, el que te mira a los ojos cuando te revienta la cabeza. Ya lo sabes. Se pasa los zombis por el arco del triunfo y se lo lleva todo por delante. Disco Jack no entra si no está seguro de que va a salir, tiene huevos pero no es tonto. Disco Jack seguirá mañana aquí, ¿dónde coño estarás tú? Tiembla. Lleva toda la mañana disparando, cortando, reventando. Hoy está que se sale, el amo de la calle. Mañana será igual, y pasado, y el otro y hasta que él quiera. ¿Quién se lo va a impedir? ¿Tú? Tiembla.
Por la esquina vienen dos zombis gritando,
creerán que lo van a asustar. Les pasa por encima, se los come muertos. ¿Hace
falta que lo repita? Disco Jack es el puto amo de la puta calle, del universo.
Miradlo, admiradlo, no pasará otra vez por vuestras retinas. No se vende porque
ninguno lo podéis pagar, perros. Mañana no estará aquí, estará lejos, en ningún
sitio y en todos, pasando, pisando y reventando. No lo mires a los ojos.
Tiembla. Disco Jack no duerme, Disco Jack no sueña, Disco Jack vive en tus
pesadillas y en las pesadillas de ellos, y ninguno lo miráis a los ojos porque
os da miedo. Tiembla.
Monta un coche negro pringado de
sesos, un coche grande y potente, una apisonadora. Con él arrasa, manda y se
desmanda. Sube y baja y bota sobre la carne blanda, se estrella, ruge y
despedaza. No tiene nombre, no lo necesita, quien lo ve está muerto, tú mismo. Los
zombis no tienen ritmo, sólo miran y saltan, caen y revientan. Los vivos dan
juego, miran a los ojos y tiemblan. Tiembla.
Hay dos cosas que no le gustan a Disco
Jack, los zombis que gritan y la gente que llora. Disco Jack sabe elegir sus
aversiones. A Disco Jack no le gustas, no le das miedo ni le importas. Te pasa
por encima y no te mira. Ya lo sabes. Hoy está contento y hambriento, y devora
el asfalto. Míralo, no le quites ojo. Disco Jack es el que sabe, no le hables,
sólo escucha y piensa. Tiembla.
Por las noches Disco Jack se mueve
lento, es cauto y felino, no pisa donde no hay suelo. No se le ve, no se le
oye, tú no lo oyes. Parece que no esté, parece que la noche se ha cerrado y es
hora de que te vayas a la cama. Disco Jack es el que va a ir allí a asustarte,
a llevarte y devorarte. Ya te lo dije, es el que vive en tus pesadillas y te
agarra de las pelotas cuando te sientes solo. ¿No me crees? Tiembla. Olvida lo
que sepas y lo que quieras, los zombis te buscan a ti, él os busca a todos. Os
huele, os siente y os presiente. Va a por vosotros. Tiembla.
Huye, se acabó tu suerte. Corre y no
mires. No es para tus ojos. Nuevo día, nueva cacería. Disco Jack está
despierto, contento y atento. No dice nada, no sonríe, atiende al juego, busca
el record. Les pasa por encima,
estallan y gritan. El rugido de su coche se escucha desde lejos y asusta desde
cerca, es una pesadilla ambulante, es la muerte haciéndote señas. Tú lo sabes.
Tiembla.
Se cuentan dos mentiras sobre Disco
Jack, aunque ya no haya nadie que las atienda. Piénsalo, apúntalo, no te lo
pierdas. Dicen que Disco Jack no es humano, dicen que es el cabrón que le da
por el culo al Diablo. También dicen que no existe. ¿Tú qué crees? Tú no crees,
tú no piensas, tú vives de prestado, asustado, acorralado. Tiembla. Miras por
la ventana y ves el infierno de los zombis, miras a tu espalda y lo ves a él, a
Disco Jack, el puto amo de la puta calle, de la noche y de tus putas pesadillas.
Y tú estás en medio, idiota. Tiembla.
Se abre tu veda, corre. Disco Jack te
huele. Dos zombis corren, dos zombis caen. Tú lo ves, no respiras. Dímelo,
piénsalo, ¿qué te dice tu miedo? Escúchalo, atiéndelo. Él sigue a lo suyo, te
sigue a ti y a ellos. Os pasa por encima. Disco Jack no hace distinciones,
mujeres y niños corren menos. Ya te lo dije, no le gusta la gente que llora. No
llores, no mires, no respires. Es el día de la bestia, es su día, es su
cacería. Si corres te sigue, si paras te come. Tiembla.
Disco Jack sólo le tiene miedo a una
cosa. Silencio, paciencia. Disco Jack le tiene miedo a su propio reflejo,
porque ahí se siente presa. Pero luego recuerda quién es, y quién sois
vosotros, no lo olvides, no respires. Tiembla. Cuando está aburrido quema,
cuando está triste mata, cuando piensa en ti te guiña un ojo y sabes que te
toca una bala. Tiembla. ¿Cuántos van ya? ¿Miles? ¿Millones? Quién sabe, quién
cuenta. Sólo uno tras otro. Aun cuando está en sus peores horas, cuando se
apaga el juego, cuando se vacía la calle de mierda. Toca correr, comer asfalto.
Tiembla.
Su coche negro llega a todos lados,
llega hasta ti cuando quiera y cuanto corras. ¿No me crees? Sólo espera. Estás
en el infierno, estás con él, con Disco Jack. Dicen muchas cosas de él, y tú no
dices nada. No sabes qué decir, no tienes boca ni lengua. Algunos no saben, no
piensan, lo ven y se acercan. Disco Jack hace y deshace, corta y destroza. No
es humano, no es lo que piensas, es lo que sueñas. Tiembla.
Se amontonan los cuerpos en las
calles, en la carretera, Disco Jack los barre. Tú no lo sabes, estás asustado,
él está lejos, cerca, en todos lados. Tiembla. No me hables de tus miedos, sólo
piensa: ¿mereció la pena? Nacer, vivir, comer y ser comido. La jungla se ha
despertado, el infierno en la
Tierra, Disco Jack tras la esquina. Tiembla. Último eslabón,
nadie te echará de menos cuando desaparezcas. Su nivel de satisfacción se mide
por el caos que genera, por las vidas y las muertes que siega. Disco Jack pisa,
pasa y desplaza, te busca y te espera. Disco Jack es el primero de los últimos
en pie. Tiembla.
Si escuchas un grito corre, desespera.
Reconoces el rugir de su coche, el aliento de la noche. Disco Jack cruza tu
camino. Tiembla. Todos los días son iguales, sangre, muerte y carne aplastada.
Balas volando, silbando, taladrando. Hombres nuevos, hombres viejos, todos
acabados. Disco Jack manda, es el puto amo. Nadie le hace sombra, todos se
esconden, los zombis corren, gritan, se rompen. Él los aplasta y sonríe, domina
la calle, y el asfalto. Está contra ti y contra todos, Disco Jack no hace
prisioneros, no se lo piensa. Y tú sigues estando en medio. Mala suerte.
Tiembla.
Todos atentos a la escena, no le
quites ojo. Es pura ciencia, piensa. Sus balas son certeras, su mirada fría.
Pisa y aplasta, pasa demasiado cerca. Demasiado para ti, demasiado para ellos,
demasiado para todos vosotros. Tiembla. Agacha la cabeza, esconde el orgullo,
mi hombre llega y no tiene paciencia. No es Papá Noel, no es el puto payaso de
McDonalds, no quiere que le comprendas. Tiembla.
Disco Jack pasa de tu desgracia, Disco
Jack no se apiada, sólo cuenta. Quedan muchos nombres en su lista, y tú estás
listado en ella. No hay opción, no hay emoción, no hay sentimientos. Tiembla.
Oyes el crujir de huesos, el reventar de cabezas, los disparos, los llantos,
los gritos. Tiembla. Disco Jack no descansa, Disco Jack no sueña. ¿Te lo tengo
que repetir? Disco Jack vive con los zombis en la parte más oscura de tu puta
cabeza. Tiembla.
A Disco Jack nunca se le acaban las
balas, dispara, mata y remata. Disco Jack sigue en pie, el resto huís, como las
ratas. Tiembla. Nadie sabe qué hacer, nadie sabe qué decir, tú y todos, perros,
y los zombis que quedan aquí. Silencio. Llega el amo, cortando y aplastando,
destrozando. Tiembla. Disco Jack nunca se detiene, Disco Jack nunca se lo
piensa. Es tu nuevo Evangelio y tu nuevo Dios. Empieza a rezar. Tiembla.
No hay dos como él, serie limitada, un
macho alfa sin manada, un macho alfa sin camada. Tiembla. Disco Jack es la
sentencia, la inclemencia sin paciencia, la madre de todas las ciencias.
Tiembla. Disco Jack no dice nada, sólo aplasta, sólo corta, sólo mata. Dispara.
Tiembla.
Su historia es como un bucle
constante, sin principio ni fin, como una deuda de sangre. Como la sangre de tu
madre, como la sangre de tu padre, como la sangre de todos los que te querían y
ahora sólo quieren tu carne. Tiembla. Y piensa que no hay dos sin tres, ni
zombi sin cabeza, que sólo hay una certeza: Disco Jack sigue en la brecha.
Tiembla.
No comprendes su esencia. ¿Quién llegó
primero, él o los zombis? Piensa. La carne se pudre en las calles, los zombis
deambulan, tú corres, él acecha. Tiembla. ¿Quién te dijo que había salvación?
¿Yo? No. Disco Jack es tu nuevo Dios, es tu Señor. Disco Jack es el amo, estás
en sus manos, hermano, así que piensa: ¿quién te dijo que había salvación?
Nadie. Tiembla.
Disco Jack es un dios pagano. ¿No me
crees? Es una certeza, como que reventará tu cabeza, como que eres su presa.
Disco Jack está aquí para cumplir tus pesadillas, para que no seas malo. Él
será malo por ti, tu vida en sus manos. Tiembla. El negociador que ejecuta a
los rehenes, un tiro en sus sienes. Disco Jack nunca ha tenido amigos, a la
muerte la mató, al Diablo lo enculó, y a ti ya sabes lo que te espera, cabrón.
Tiembla. La noche del cazador, terror. Como siempre estás escondido, bajo la
cama o entre las sábanas. No importa, estás perdido. Disco Jack es el que se
cargó a tu ángel de la guarda. Tiembla.
Disco Jack no tiene alma, tiene armas,
un gran fusil, una gran pistola, un gran cuchillo y mucha calma. Se lo lleva
todo por delante, destroza y aplasta. Sólo le sigue su sombra, los demás se
esconden, tú te escondes, tú rezas, crees que eso va a pararle. No seas idiota.
Tiembla. Eso te pasa por la cabeza, tienes la certeza y sigues de una pieza.
Pero no tientes a la suerte, piensa. Muchos antes de ti lo intentaron, y ya
sabes cómo acabaron. Si crees que es lo mejor, reza. Si crees a los que saben
ya lo sabes: corre. Tiembla.
Cállate, no hagas ruido. Tu miedo te
sigue, la historia prosigue: caperucita y la cesta, y el lobo y sus dientes, y
un poco de sangre fresca. Disco Jack es el lobo, estepario y solitario,
violento. Un superviviente demente. Tiembla. En la noche no hay colores, en la
noche sólo hay ruidos, el ruido de sus pasos, el ruido de su respiración, el
ruido de tus latidos. Latidos acelerados, y gemidos. El rugir de su coche,
aplastando y reventando, arrancando. Tiembla.
La hora te llega, las luces se apagan.
Disco Jack en la sala, rechinando los dientes, taladrando tu mente. No me
creíste y ahora lo sientes. Son los santos inocentes levantándose de su tumba y
comiéndose a la gente impaciente. Si eres zombi estás podrido, si estás vivo
estás perdido, no hay salida. Tiembla. Llevas horas escondido en tu cueva.
Crees que estás a salvo, los zombis no se acercan, no piensan, no entran. Pero
todo se ha jodido, amigo. ¿Qué hace la rata cuando no puede escapar, aparte de
dar chillidos? Tiembla. Pide un último deseo, pide perdón, pide clemencia.
Disco Jack frente a ti para aceptar la ofrenda. No es el hombre del saco, no es
un cuento de vieja. Disco Jack es el puto amo, mucho más que una leyenda, y
ahora que llega tu hora a ti se te traba la lengua. Tiembla.
Relato publicado originalmente en "Para mí tu carne", la antología Zombi de Sevilla Escribe
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