Para enfermos de aburrimiento alérgicos a la pasta de celulosa, para exiliados de bibliotecas con tiempo pero sin estantes, para marineros de la red con tendencia a hacer parada y fonda en tabernas de relatos, para viajeros de sillón y amantes de la aventura estática, para todos ellos y para ti mismo se abre esta consulta literaria, la del doctor Perring, enhebrador de palabras, zurcidor de conceptos y trazador de historias.


Tratamiento único y definitivo: tú pones los segundos, el que suscribe pone las letras...

jueves, junio 13, 2019

Ossurimmaz



En la tierra de los sueños siempre abundaron las pesadillas…


Sammi observaba a los pobres desgraciados que aquel barco, venido del viejo continente, estaba vomitando en el muelle de Nueva York. Pensaba en las ilusiones que les habían llevado a abandonar la miseria segura de su tierra natal para hundirse en la miseria salvaje que les esperaba en los barrios más bajos de la ciudad. El era uno de los muchos buitres que se veían atraídos por el olor a desesperación de aquellos parias. Estaba buscando carne fresca, muchachas, muchas veces aún niñas, a las que engatusar con la promesa de ayuda y seguridad para luego someterlas y explotarlas como mercancía sexual.

—Sammi, Sammi.

Reconoció enseguida la estridente voz nasal de Isabella que se elevaba sobre los ruidos y murmullos del muelle. Se irguió para hacerse ver con más facilidad y evitar que su protegida siguiera gritando y llamando la atención de todos los presentes. Isabella lo divisó y se apresuró a su encuentro.

—¡Oh Sammi! La niña. No sabemos dónde está.

Esas palabras, que apenas hubieran tenido significado un par de semanas antes, cayeron como una losa infinita sobre su cabeza.

—Cierra la boca y acompáñame. —Isabella sintió auténtico pavor al ver la furia contenida que irradiaban los ojos de Sammi.
—Sammi, yo no…
—Cállate furcia. —Sammi la tomó del brazo desbordando en él la ira que estaba a punto de hacerlo explotar.
—Sammi, me haces daño...
—Si no te callas sí que te voy a hacer daño.

La guió por el laberinto que trazaban los almacenes y establecimientos portuarios hasta que se sintió lejos de miradas inoportunas y la lanzó contra la pared. Sacó su machete y se lo puso en el cuello presionando lo justo para derramar sólo un fino hilo de sangre.

—Sammi, por Dios…
—¡Te he dicho que te calles! Puta asquerosa… Dime, la dejaste sola, la dejaste que se fuera con algún tipo al solar junto a la vieja fábrica, ¿verdad?
—No, Sammi, apenas la perdí de vista un segundo. Estaba hablando con el señor Phillips y cuando miré para atrás… —Un fuerte puñetazo en la boca del estómago le impidió terminar la frase y la hizo caer al suelo sin aliento.
—Escucha, Isabella, va a ser mejor que te esfumes, porque si la niña ha desaparecido como las otras cuatro te voy a hacer sufrir hasta que llores sangre.

Sammi guardó su machete y se fue de allí con una imagen clavada en la mente, la niña, la pequeña Mary mutilada e inerte en el fondo de un agujero oscuro.
 
Todo había comenzado dos semanas antes cuando Berta desapareció sin dejar rastro. En un principio pensó que aquella golfa se había largado de la ciudad para establecerse por su cuenta en otro lugar y no le dio la mayor importancia. Después fue Melinda, y aquello ya le alarmó más, porque esa estúpida no tenía ni la milésima parte de valor e iniciativa que hacían falta para eso. Hubo una tercera y una cuarta, así que el asunto se había convertido en un problema grave. Retiró a las chicas de la calle hasta que averiguara que estaba pasando y se puso a fisgar por ahí. Descubrió que las desaparecidas habían sido vistas por última vez acompañando a clientes hasta el solar junto a la vieja fábrica, el lugar que muchas prostitutas de la zona aprovechaban para ofrecer sus servicios. Preguntando a algunos tirados que merodeaban por aquel lugar, tuvo conocimiento de un curioso rumor que hablaba de que algo extraño se había instalado en las ruinas de la fábrica y de que sus chicas no habían sido las únicas desaparecidas, sino que ocasionalmente desaparecía algún mendigo, hasta el punto de que ya muy pocos se acercaban allí. Con todo esto en mente decidió sacar de nuevo a las chicas a la calle, pero advirtiéndoles de que bajo ningún pretexto podían acercarse al solar, y encargando a las mayores que cuidaran de que ninguna de las más jóvenes hiciera ninguna tontería. Todo había marchado bien desde entonces, aunque tuvo noticia de que algunas de sus protegidas, por comodidad, habían ignorado sus advertencias y se habían metido en el solar, mucho más cercano que cualquier otro sitio propicio, a hacer su trabajo.
 
Cuando llegó a su casa sacó una piedra de afilar de algún cajón, la humedeció y comenzó a afilar su machete sentado al borde de la cama. Lo estuvo afilando una y otra vez, una y otra vez, en espera de la noche. Multitud de sensaciones perturbaban lo más profundo de su ser cuando se acordaba de la niña. Mary, un ángel moreno con inmensos ojos verdes incrustados en su inmaculado rostro de porcelana de apenas quince años. Tenía tantos planes para ella, había pensado acumular el dinero suficiente para largarse con ella a algún lugar donde nadie les conociera y formar una familia en el seno de la cual envejecer. También rondaba su conciencia otro pensamiento, la idea de que algún chiflado estaba siguiendo los pasos del destripador de Londres, que apenas un cuarto de siglo antes se había cobrado numerosas víctimas entre las prostitutas de la capital inglesa. Bien, este nuevo destripador había cometido el mayor error posible, se había cargado, al menos supuestamente, al único ser que estimaba tanto como a si mismo, y eso tenia un precio infinito, iba a arrancarle trocitos de carne hasta llegar a los huesos para luego esparcirlos por cada rincón de la ciudad. Alguien iba a conocer el auténtico significado de la palabra dolor esa noche.

Una inmensa luna llena que colgaba del infinito estuvo acompañándole mientras esperaba, agazapado entre desperdicios, a ver a alguien entrar en el solar. Un mendigo, en patente estado de ebriedad, llegó tambaleándose. Había llegado el momento, así que Sammi comenzó a seguirlo furtivamente. El indigente se adentró en el solar hasta llegar a un claro con restos de hogueras, y una vez allí, se sentó sobre una de las rocas que probablemente habían servido de asientos de aquella improvisada sala más de una vez. Sammi observó durante un largo rato desde su escondite entre matorrales y comenzó a desanimarse. Estaba esperando una casualidad, un milagro, porque el tipo al que estaba buscando podría no aparecer hoy, o hacerlo en otro lugar del solar, atacando a otra víctima, o quizá estaba totalmente equivocado y ese lugar sólo tenía una relación circunstancial con la desaparición de Mary... Repentinamente algo rompió su cadena de pensamientos. Una sombra surgió de la nada junto al mendigo, el cual estaba totalmente incapacitado para percibir nada más allá de la botella pegada a sus labios. Aquella figura oscura lo arrojó al suelo violentamente y se lanzó sobre él. Sammi sacó su machete mil veces afilado y se fue acercando sigilosamente.
 
—Bienvenido señor Russo.

La sangre se le heló en las venas al oír aquella voz chirriante que pronunciaba su nombre, lo que le hizo detenerse de inmediato.

—¿Dónde está Mary, hijo de perra?
—¿Tú que crees, Sammi?
—Lo vas a pagar mil veces… —dijo mientras se lanzaba al ataque.
 
Aquel ser extraño se irguió en milésimas de segundo y le mostró el rostro. Sammi se quedó inmovilizado al contemplar aquella máscara de agonía con ojos inyectados en sangre y no pudo reaccionar cuando el monstruo lo agarró del cuello y lo elevó en el aire. Trató de dar alguna cuchillada pero la bestia también le atrapó la mano.

—Escucha, gusano miserable. Yo no le hecho más daño a esa niña que tú. Yo le he destruido el cuerpo, pero tú le destruiste el alma. Yo llevo muchos años pagando por mis pecados cometidos y por cometer. ¿Y tú, Sammi? ¿Estás dispuesto a pagar por los tuyos? Yo te voy a dar esa oportunidad.

Acto seguido lo bajó al suelo y se lanzó a su cuello. Sammi notó el desgarro en su yugular y cómo su vida se le escapaba por él. Perdió la fuerza, perdió la vista y perdió la vida que hasta entonces conocía cuando algo de sabor bilioso y metálico se derramó hasta su garganta. Después su conciencia se nubló mientras se hundía en un océano de dolor y no volvió a tener plena conciencia de si mismo hasta varios días después.
 
Cuando se despertó, el mundo había cambiado, se había llenado de gusanos ruidosos que horadaban la tierra bajo sus pies, de ratas que se rascaban tras la pared, de murmullos, de olores y colores diferentes. Vio que frente a él estaba sentada aquella bestia de ojos rojos.

—¿Quién eres?
—¿Qué me pasa? ¿Qué es este dolor? —Sammi sentía un vacío violento que le desgarraba las entrañas.
—¿Quién eres? —repitió el monstruo.
—¿Qué me has hecho?
—Puedo calmar tu dolor Sammi, pero sólo lo haré si me demuestras que lo mereces. ¿Quién eres?
—No lo sé, dímelo tú, pero ayúdame, por favor.
—Eres un penitente, Sammi.
—Sí, soy un penitente, ayúdame.
—¿Estás dispuesto a pagar por tus pecados?
—Sí, lo estoy, ayúdame, quítame este dolor.

El monstruo señaló con sus largos dedos hacia un lado, y Sammi descubrió el cuerpo de Isabella tendido en el suelo. Parecía inconsciente.

—Bébete su sangre.
—¿Cómo?
—Es lo único que aplacará el dolor. Bébete su sangre.

Un ansia que nunca había conocido se apoderó de Sammi y le lanzó hacia aquel cuerpo indefenso.

—Hijo mío, una nueva existencia ha comenzado para ti. Tienes muchos pecados por los que pagar y cosas que aprender. Pero no te preocupes, te aseguro que el tiempo que tendrás para hacerlo es aún mayor.


2 comentarios:

El Rincón de Keren dijo...

WoW ! Increíble relato fantástico con ese toque de misterio. Me ha fascinado, y la dureza de los sucesos hacen que conforme vas leyendo te animes a seguír leyendo. Es cierto que choca un poco pero nada más lejos de la realidad que se nos esconde.¡ Fantástico !

Manuel Mije dijo...

Me alegra que te haya gustado, Keren. Esto es la historia para una ficha de personaje del juego Vampiro. La pena es que nunca pude jugar con ella, me hubiera gustado...

Publicar un comentario

Exportar para leer en tu ebook

En BLOXP puedes exportar este blog, o parte del él, para leerlo desde tu ebook. Sólo necesitas esta dirección de RSS:

Contador de visitas

Copyright de los textos Manuel Mije © 2013. All Rights Reserved.
Twitter Facebook Favorites More

 
Design by Free WordPress Themes | Bloggerized by Lasantha - Premium Blogger Themes | Powerade Coupons