Para enfermos de aburrimiento alérgicos a la pasta de celulosa, para exiliados de bibliotecas con tiempo pero sin estantes, para marineros de la red con tendencia a hacer parada y fonda en tabernas de relatos, para viajeros de sillón y amantes de la aventura estática, para todos ellos y para ti mismo se abre esta consulta literaria, la del doctor Perring, enhebrador de palabras, zurcidor de conceptos y trazador de historias.


Tratamiento único y definitivo: tú pones los segundos, el que suscribe pone las letras...

lunes, noviembre 05, 2018

El test de Rorschach-Perring - Paciente 06: Ángel Vela


Sexto Test de Rorschach-Perring, en esta ocasión el entrevistado es Ángel Vela con motivo de la publicación de su primera novela, "Donde el perdón no llega".



Después de un largo periodo de ausencia, y por aclamación impopular, el test de Rorschach-Perring vuelve con otras diez instantáneas tomadas a lo que se esconde tras los ojos, en esta ocasión, de Ángel Vela. Nos hallamos ante un caso atípico, más grave de lo que parece, menos de lo que algunos imaginan; preparen los calmantes y acomódense para leer lo que sigue…



Dice que nació en Sevilla, en el glorioso año de 1976, y según se puede deducir por sus evasivas, estudió sin mucho entusiasmo en colegios e institutos de cuyo nombre no quiere acordarse. En cuanto pudo se inició en su gran pasión, la vida, y para costearse el disfrute cambió los estudios por los negocios familiares. Por su debilidad de carácter, pronto se hizo adicto a todo tipo de arte, se convirtió en un poliartiscómano de libro, e intentó montárselo como camello de música, después cine, y por último lo que más cuadraba con su esencia, la literatura.

Tras muchos ratos de lectura desenfrenada y escritura solitaria y desbordada, se lanzó a la red para buscar otros con quien compartir ilusiones, despilfarrando carisma aquí y allá hasta que pronto tuvo una copiosa lista de contactos de la que echar mano. Todo esto desembocó en el nacimiento del colectivo literario Sevilla Escribe, del que fue piedra angular y con el que finalmente se lanzó al mundo de la escritura como verdadero protagonista: asaltando concursos y antologías, surtiendo de contenido a ezines, fanzines, revistas y webs, y participando en todo aquel evento literario que se le puso a mano.

Una vez todo aquello se consiguió, sólo le quedaba dar el paso y terminar una de las novelas en las que desde hacía tanto llevaba trabajando durante los pocos ratos libres que le dejaba el resto de su intensa actividad literaria. Y ahora por fin, tras el derroche de esfuerzo, Ángel Vela llega al primer gran hito de su senda con la publicación de “Donde el perdón no llega” (Cazador de Ratas Editorial 2018), novela con la que espera disfrutar revolviendo las tripas de todo incauto que se atreva a calar sus páginas, así nos ha salido el muchacho.




Según dicen, un tal Murphy es el culpable de que la tostada se caiga por donde no debe, te des el porrazo donde ya te habías dado otro, y todas esas perrerías que pasan y que fastidian tanto. Si pudieras anular esa ley, ¿lo harías o no? ¿Por qué?

Lo primero que se me viene a la cabeza es pensar que no sería la primera ley que anularía. Si anularla implicara que no pasaría, sí, si solo quedara en que sería lo más lógico que pudiera pasar, no. Así, si pasa, jode menos, y si no pasa, uno se siente hasta afortunado (siempre y cuando la tostada no caiga en la calle y te la picoteen las palomas).



Te has convertido en el mayor experto en ordenadores personales de la humanidad, tu fama llega a tal punto que el mismísimo Dios recurre a tus servicios. Ya metido en faena, descubres en su computadora un archivo llamado “Historia” y das con la forma de retocarlo; muy poco, eso sí, sólo tienes la posibilidad de borrar cinco horas (separadas) de la historia de la humanidad. ¿Cuáles?

Supongo que gastaría las cinco en evitar la hora en la que los padres engendraron a alguno de los grandes dictadores/asesinos de la historia, aunque si de algo esta sobrado el mundo es de cabrones y supongo que algún otro habría ocupado su lugar. Serían muchas, pero estas son las cinco primeras que se me vinieron a la cabeza:

La hora en la que se pensó en quemar o en la que se quemó la biblioteca de Alejandría.

La hora en la que se pensó a quienes reunir para construir la bomba atómica, o cómo hacerlo.

La hora en la que se pusieron de acuerdo para crear la Santa Inquisición.

La hora en la que alguien llegó a la conclusión de que la esclavitud era algo rentable.

La hora en la que mi madre conoció a mi padre en casa de una vecina en la que se quedó para ver la tele (a Raphael, si la memoria no me falla).



Hemos sido invadidos por extraterrestres, chaval, y de los chungos. Ya lo dijo Stephen Hawking “Si vienen, va a ser para putear…”, y resulta que estos deciden coger a todos los humanos y congelarlos en un momento ridículo de sus vidas. Elige ese momento ridículo de tu vida y di por qué. (Conste que han sido los extraterrestres, no yo)

Esta si es fácil, aunque solo fue ridícula para mí y en ese momento solo lo supo un colega que venía conmigo (y ahora el resto del mundo). Un verano en el que fui a un concierto de jazz en el río, con gastroenteritis y pantalón corto (igual deberíais dejar de leer aquí). Me fui un poco aparte pensando que eran gases, pero no lo eran… Corrí como nunca antes, pero no fui lo bastante rápido y cuando llegué a aquella letrina sin papel solo dejé allí la mitad. Me limpié con los slip como pude y un poco en la paredes, cuando este no dio más de sí, y con la sudadera amarrada a la cintura, porque había calado en el pantalón, salí con ganas de volver a casa. Como a mi colega no le convencían mis excusas, le tuve que confesar que me había cagado encima y me acompaño después de descojonarse un rato.

No fue fácil salir de allí con el resto de colegas diciéndome que no me fuera, ni evitar darle la mano a todo el que me quería saludar; y cuando alguien aludía a que olía a mierda aseguraba que alguien la habría pisado con mi mejor cara de póquer. Cuando conseguimos salir cogimos un taxi y abrimos las ventanillas. Recuerdo que al taxista le faltó derrapar en las curvas. Al llegar pagué y enfilé para mi casa. Mi colega se quedó un poco atrás y me llamó al ver que el taxista paraba más adelante. Así fue cómo vimos que el hombre se bajó, fue a la parte de atrás, tocó el asiento y, después de olerse la mano, empezó a gritar cosas horribles de mi madre.

Si eres taxista y hace unos veinticinco años o así se montaron dos “jevilones” en tu coche y uno de ellos te dejó regalito fui yo te pido disculpas.



Mueres, pero en esta ocasión es en esa misma realidad en la que eras el mayor experto en ordenadores, y Dios, que te está muy agradecido porque “el internete le va que lo flipa”, decide hacerte Santo Patrón. Di de qué colectivo eliges serlo y por qué.

De esto lo que tengo claro es el nombre, porque ya me dieron santo colegas interneteros. Sería San seminuevo de Sevilla, y lo primero que se me viene a la cabeza es ser patrón de los torpes perseverantes.



La asociación internacional de dichos va a celebrar su CDXXVII Congreso y decide representar uno de ellos en la realidad, así que te mandan a ti al polo con un frigorífico y te conciertan una entrevista con un posible comprador: el señor Nanuk, un esquimal de mediana edad que, de partida, no parece estar muy convencido del asunto. ¿Cómo le entras? Máximo cien palabras.

Me sobran con la mitad justas.

Buenas, caballero. Tengo lo que necesita. Miré que maravilla. Sé que me va a decir que las cosas se conservan, pero dentro estarán a la temperatura que elija, no tendrá que descongelar y estará ordenado y limpio. Además, al tener puerta, evita que los olores atraigan animales salvajes al iglú.



Cierto día, una chocolatina caducada que te comes hace reacción y, además de una cagalera terrible, te da la capacidad de predecir el futuro (más o menos, porque el “zurreteo” que acompaña ineludiblemente al don no te deja concentrarte bien). ¿Qué haces? ¿Te vas a alguna universidad o centro de investigación para que te estudien? ¿Se lo cuentas a Quique Jiménez? ¿Montas un consultorio al más puro estilo Rappel o Aramís fuster? ¿Por qué?

De todas las opciones que me planteas creo que la de consultorio es la menos mala, además podría llevarlo a medias con mi mujer, que tiene un alter ego que echa las cartas (Rosita de Jericó). Igual entre los dos conseguíamos adivinar los números de la lotería, que ella se esfuerza mucho con eso y algo le sale, pero siempre le baila algún número.



Es noche cerrada, en la radio decían que no era buena madrugada para salir pero tú te has pasado la recomendación por el forro. Por chulo, un ser sobrenatural te va a morder y te va a contagiar lo suyo. Elige si prefieres que sea un vampiro, un hombre lobo, un zombi (o contagiado), la Bruja Lola o Sandro Rey, y explica por qué (sobre todo si has elegido a la Bruja Lola o a Sandro Rey).

Está claro que un vampiro, de entrada por el glamour y la vida eterna, y si no fuera el caso, porque sería el único que no da pelín de grima o asquillo.



De los siete pecados capitales, ¿cuál es tu favorito, con cuál te gusta más regodearte… aunque sea en soledad?

Obviamente la lujuria (nunca tuve problemas de confesar que era un maestro del onanismo zen, que viene a ser como el normal, pero levitando, muy serio y con los ojillos cerrados), aunque al perder el interés por el sexo solitario me tengo que conformar con la gula.



Descubres con estupor que uno de tus personajes, que no lo pasó nada bien en la historia para la que lo creaste, se ha salido del texto y te está buscando para ajustar cuentas. Por lo que escribiste de él, está loco y es peligroso. ¿Qué haces? ¿Llamas a la policía? ¿Qué les cuentas?

Por el primero que se me viene a la cabeza y el que supongo que sería el más peligroso (Hediberto Rojas, de Donde el perdón no llega). Quiero pensar que de poco serviría llamar a la policía hasta que no estuviera en la puerta de mi casa machete en mano. Ya después, si consiguen reducirlo, habría tiempo para explicaciones. Lo más sensato sería hacer la maletas e irme lejos (siendo pobre como una rata no podría seguirme), o arriesgarme gastando todos mis ahorros en una escolta armada y seguramente me aficionaría a rezar.



El módulo de inteligencia artificial Maxitrón 7.0 está a punto de ser conectado. Para completar su programación, se le van a introducir 100 novelas que (filtradas por una serie de algoritmos) tomará como referencia a la hora de decidir y actuar. Convence al equipo de programadores para que “Donde el perdón no llega” sea una de esas novelas. Tienes cien palabras como límite.


Es una novela de personajes muy humanos arrastrados por las circunstancias en la que se nota el mimo y el trabajo del autor y del ejército de profesionales que tuvo detrás. Destaca por su originalidad, su frescura, por la hibridación de géneros, por su falta de censura, por su humor y por romper con reglas establecidas al escribir. También tiene a su favor que podría servir como ejemplo de lo que no se debería hacer, sobre todo cuando nos dejamos arrastrar por emociones o sentimientos. Además tiene mucho bueno de la literatura clásica y la actual, y una portada flipante. 


1 comentarios:

Mamita dijo...

genial por parte de los dos .....Felicidades :)

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