Tercera entrega de "Mariano, asesino en serie novato", nuestro protagonista termina de perfilar su modus operandi y su tipo de víctimas, y también decide cuál será su trofeo criminal... |
Día 3
Los homicidas sistemáticos guardan trofeos
de sus víctimas, decía Clarice en un pasaje de mi BCP. ¿Qué guardaré yo,
querido DCC? Debe ser algo pequeño, en mi cuarto no hay mucho sitio y mi madre
podría sospechar. Tengo que informarme un poco más, pero creo que también seré
el primer asesino en serie de la historia que vive con sus padres, cosas de la
crisis. El asesino en serie, como parte de la sociedad que es, tiene que
adaptarse al momento, cual depredador que se funde con el entorno para asegurar
la caza.
Ya me he
comprado una caja de guantes de látex, diez metros de soga y cogido de la
basura una pata de mesa recia, ergonómica y espero que mortal. Sigo estudiando
lo del cloroformo y el secuestro que, si bien me ofrece la posibilidad de hacerlo
todo más elaborado, darle más caché al asunto, va requerir más esfuerzo del que
ya requiere, que matar a una persona a palos tiene que ser cansino. Además, lo
del cloroformo puede ser un problema, porque en las películas parece que todo
el mundo tiene varios botes en casa, pero yo no he visto uno en mi vida ni he
escuchado a nadie decir que lo tuviera.
¿Y si las mato
en sus hogares? Me cuelo de alguna forma ingeniosa y desapercibida y las
aporreo allí mismo, sin miramientos. Eso facilita mucho las cosas, porque así
tampoco tendría que esperar a que mis padres estuvieran fuera de casa, que con
su política de puertas abiertas (La
puerta abierta y el pecado no entra, según mi madre; Puerta abierta, que los pajilleros se quedan ciegos, según mi padre)
imposible ocultar a nadie aquí.
Acabo de tener
una revelación, como un flash de una de las películas que se rodarán sobre mí
en el futuro. No voy a tomar cualquier accesorio o prenda, por muy personal que
sea, mi trofeo va a ser algo más íntimo, único, intransferible: me llevaré sus
dentaduras postizas. Luego ya veré si hago una escultura con ellas o las pinto
como las figuritas de modelismo, dejaré volar mi imaginación llegado el
momento.
Con todo esto ya
tengo un perfil claro de mis víctimas: ancianas malvadas con dentadura postiza,
que vivan solas y en cuyos hogares me pueda colar.
Ya siento la
pulsión, ya la siento, pero no se preocupen, estremecidos lectores, no pienso ir a visitarlos, el mundo es más
interesante con ustedes dentro.
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