Para enfermos de aburrimiento alérgicos a la pasta de celulosa, para exiliados de bibliotecas con tiempo pero sin estantes, para marineros de la red con tendencia a hacer parada y fonda en tabernas de relatos, para viajeros de sillón y amantes de la aventura estática, para todos ellos y para ti mismo se abre esta consulta literaria, la del doctor Perring, enhebrador de palabras, zurcidor de conceptos y trazador de historias.


Tratamiento único y definitivo: tú pones los segundos, el que suscribe pone las letras...

miércoles, mayo 01, 2019

Control de calidad



El peligro de un futuro resplandeciente es que algún día llegue a cegarnos…


―¡Vamos, vamos, más rápido! ―le decía la operaria del departamento de control de calidad, sin apartar la mirada del monitor de telemetría, emocionada.

Y él corría y corría sobre la nanocinta de simulación, exhausto, jadeando. Las Nike Mega Master 3000 parecían responder sin problemas a todas las superficies de testeo. Apenas si se escuchaba un ligero chapoteo en los terrenos mojados, pero ni siquiera en esos casos el índice de agarre había descendido por debajo del 93,6%. Las zonas más abrasivas se salvaban con suavidad y las simulaciones de irregularidades no suponían mayor problema gracias a sus suelas de Seropax Plus. La temperatura interior se mantenía en unos exactos 36,5ºC por mediación de las láminas termorreguladoras, el exceso de sudoración era prácticamente nulo debido a la acción de la membrana de porosidad activa, y el índice de ajuste entre pie y calzado se mantenía, incluso en los momentos de máxima flexión, siempre por encima del 98,1% gracias a la red de fibras tensoras.

Para el Señor Smith era como correr descalzo sobre nubes suaves y frescas, sintiendo al mismo tiempo las reconfortantes pulsaciones de la suela masajeadora y los pequeños ajustes de equilibrio y guía de la pisada que, con sutiles descargas electromagnéticas, adecuaban su paso a los patrones establecidos para la máxima eficiencia de la zancada. A pesar de todo, una leve molestia en el talón derecho, un dolor que persistía incluso contando con el masajeado y las condiciones óptimas de temperatura y humedad, le impedía disfrutar de lo que debería ser una agradable simulación de jogging.

La ropa de deporte que debía testar, un mono completo de jogging urbano Adidas Wise Boy, inconsútil y fabricado en tejido inteligente de última generación, lo mantenía dentro de un microclima de tarde fresca de primavera gracias a su revolucionario sistema de dispersión o concentración de la temperatura y la humedad. El asesor biomédico le informaba de su estado a través de la pantalla virtual que se desplegaba en su visor Sony con sólo colocar el brazo en una determinada postura. En ese momento preciso una señal luminosa le advertía de una leve taquicardia, pero en general todos los indicadores funcionaban mostrando unos parámetros dentro de lo aceptable. Una serie de fibras tensoras adecuaba el movimiento a las exigencias del terreno y la pendiente que informaban las zapatillas y el navegador de las gafas. Sutiles sombras en la ajustada prenda creaban efectos ópticos que combinados daban una impresión de cuerpo bien formado o, a elección del usuario, levemente musculado, musculado, muy musculado, fibroso, o cualquiera de los patrones disponibles, todos los cuales fueron probados. Una serie de glándulas sintéticas Pheromon Warrior situadas en axilas y pubis se sumaban al juego de sombras para garantizar un mayor éxito social/sexual, siempre que el individuo objetivo no usara un filtro adecuado, como el utilizado por la operaria del departamento de control de calidad, que seguía animándolo desde su puesto frente al monitor de telemetría.

―Vamos, Señor Smith, ¡que no se diga!

Y el Señor Smith se afanaba en su carrera hacia ninguna parte, sumando a su esfuerzo el desgaste impuesto por las células de electro estimulación que actuaban por diversas zonas para garantizar una actividad muscular plena y un ejercicio completo. Aunque lo peor era un pinchazo en el muslo izquierdo que le incordiaba desde hacía un rato, una leve molestia que se estaba convirtiendo en una pequeña tortura. Alzó el brazo, seleccionó el dispositivo de aplicación del calmante tópico, y se administró una generosa dosis en la zona. Apenas unas zancadas después ya no notaba nada, el dispositivo funcionaba a la perfección. Lo celebró con un trago del agua que la Destilfunda Herbert obtenía por filtrado y depuración de sus excreciones, y que después acumulaba en las protuberancias estratégicamente distribuidas del mono. Una adecuada proporción de sales y otros elementos, junto con el aroma seleccionado de grosella y una pizca de edulcorante, se añadían a la solución para hacer más agradable y beneficioso el trago.

―Bien, los electroestimuladores, la Destilfunda y otros sistemas secundarios funcionan sin problemas.

Por desgracia las lámparas ultra violeta estaban en reparación, así que no se pudieron testar las capacidades de la prenda para recibir las ondas y distribuirlas consiguiendo así un bronceado uniforme.

―Atención, comenzamos con las pruebas de entorno y comunicaciones ―anunció la operadora, y el visor Sony Starlight 833 se puso a pleno rendimiento.

Su visión se dividió en una pantalla central de imagen en tiempo real, varias ventanas arriba y abajo, con imágenes periféricas, y columnas informativas a los  lados. En un principio esto lo desorientó, pero en seguida consiguió adaptarse y sumergirse en la imagen tridimensional, dejándose acompañar por el verano de Vivaldi que se colaba por los auriculares. Desde su puesto, la operadora fue sincronizando la emisión de prueba con el receptor de las gafas, y cuando todo estuvo listo conectó la señal. El Señor Smith se vio entonces en el Gran Parque Cubierto de Nueva York, practicando jogging entre su frondosidad reproducida. Tarde clara, sin nubes. Era primavera, casi llegando al verano, y el Señor Smith se cruzaba con otros corredores y corredoras. Se unió a un grupo, pero tuvo que desistir debido a un pinchazo en el pecho y una señal de monitor biomédico; nada grave. El Easy le informó de que había captado la mirada de varias mujeres con las que se cruzó en su momento, y esto lo distrajo lo suficiente como para quedarse a una pulgada de chocar con otro corredor. Pero supo reaccionar gracias a la información brindada por las ventanas de visión periférica.

―No se distraiga, Señor Smith ―escuchó de fondo, como surgida del aire, la voz de la operadora.

Eso hizo, centrarse en su carrera. El cielo fue adquiriendo tonos crepusculares a paso acelerado, hasta que por fin el Señor Smith se vio a sí mismo practicando jogging nocturno por una zona agreste que no le sonaba de nada. Activó el módulo de visión nocturna, y todo adquirió una siniestra tonalidad fosforescente, irreal.

―Ahora algún estímulo ―volvió a escuchar la voz de la operadora.

El corazón le dio un vuelco al ver surgir una silueta de considerables dimensiones en el monitor que recogía la imagen contraria al avance. De proporciones vagamente humanoides, aquello, fuera lo que fuese, parecía correr tras él, a gran velocidad. Estaba tan metido en la simulación que no entraba a sopesar la irrealidad del peligro, y empezaba a pasarlo mal de verdad. Un aviso luminoso de persecución en curso y un pitido de alarma saltaron para mostrar que funcionaban y de paso soliviantar aún más su ya de por sí alterado estado de ánimo y, para colmo de males, la pendiente del terreno por el que transitaba aumentó de forma significativa. Le faltaba el aire. Alzó el brazo y sus sospechas se vieron confirmadas por el monitor virtual del asesor biomédico: un ritmo cardiaco superior a las ciento setenta pulsaciones por minuto, principios de deficiencia aeróbica. Todo aquello se traducía en una fuerte punzada en el pecho y una agobiante falta de aire. Lo estaba pasando mal, muy mal.

―Tranquilícese, Señor Smith, no pasa nada ―dijo la operadora compadeciéndose de él.

Otra vez se hizo de día en aquella sesión. El entorno se transformó en un hermoso prado silvestre cuajado de flores y surcado por el grácil vuelo de las mariposas y el nervioso deambular de las abejas. El asesor biomédico lanzó el programa de terapia musical y la primavera de Vivaldi inundó sus sentidos y su espíritu se fue serenando al son de los violines, arrastrando pulsaciones, taquicardias y pinchazos en el pecho. Un trago al destilador de excreciones, una aspiración profunda, un momento de paz y comunión con la naturaleza en todo su esplendor; un triunfo de la tecnología. Una ventana se abrió ofreciendo un primer plano de la alucinada cara de la operadora.

―Señor Smith, ahora vamos a probar las comunicaciones y el asesor ofimático. Tiene que leerme todos los carteles que vaya viendo por el camino, o informarme si falla el visor, y registrar en su agenda lo que yo le vaya diciendo. Ah, y no se relaje, Señor Smith, arriba ese ritmo, que hay que llevar el equipo al límite.

Aumentó el ritmo como le indicaban y fue recitando los avisos de los carteles virtuales que fueron surgiendo por el camino, insertando registros en una base de datos y preparando una hoja de cálculo con la que extraer conclusiones de las cifras apuntadas. La luminosidad disminuyó en gran medida para así poder testar el programa de visión con luz tenue. Después redactó un documento resumen de su trabajo con la base de datos y la hoja de cálculos y presentó un nuevo programa de gestión para una audiencia virtual. No tuvo problemas para salvar la situación, menos aún cuando volvieron al modo de luminosidad plena.

El respirador Polar Breath que le habían suministrado y que le cubría nariz y boca pasó de su estatus pasivo a una activación total; llegaba su momento. Primero la cámara de pruebas fue inundada con una profusión de pólenes y otros alergénicos respiratorios acordes a la simulación florida por la que corría; ninguno pudo atravesar sus filtros. Después se extrajo aire de la cámara para comprobar la respuesta del respirador a las condiciones de baja presión atmosférica en terrenos elevados. Se produjo una compensación del oxígeno disponible gracias al aporte extra de mini tanques situados a los lados de la máscara. El sistema funcionaba con cargas de unas dos horas de autonomía según las condiciones, así que no tendría que preocuparse durante la sesión por un posible descenso de la presión en los mini tanques, todo estaba bajo control.

―Bien, y ahora un nuevo estímulo para finalizar a pleno rendimiento, Señor Smith ―anunció la operadora.

El verano de Vivaldi volvió a reinar, el entorno se transformó para la prueba final: una infinita sabana situada en una elevada meseta, de clima variable y desigualdades en el terreno, surcada por todo tipo de alérgenos y sustancias tóxicas. Y para acentuar el verismo del conjunto, allá en lontananza, recostada en el horizonte, apareció una silueta regia, poderosa y grácil, culmen felino que hizo que el corazón le diera un triple salto mortal en el pecho. El programa de alertas se activó correctamente y le fue suministrado un aporte de adrenalina, a sumar a la propia que ya inundaba su torrente sanguíneo. Su visión se llenó de luces parpadeantes, cálculos de cursos y tiempos, y mucha otra información que su cerebro casi en estado de shock era incapaz de asimilar.  El mono se llevó al límite conectando su revolucionario sistema de tensores activos que se sumaban al esfuerzo del corredor aumentando su potencia física y velocidad, y las zapatillas se sincronizaron con el mono y el navegador de las gafas para conectar el dispositivo de paso guiado que optimizaba la carrera. Era como caminar sobre las huellas de otro, poner el esfuerzo para un control ajeno. Comenzó a correr, al principio sin un destino fijo, después siguiendo el curso directo a un punto señalado como salida en el navegador del que lo único que le importaba era que podía significar la salvación en aquella planicie sin límites visibles.

La majestuosa figura de un tigre crecía en el monitor de visión contraria a la marcha, mientras un panel indicador mostraba la necesidad de aumentar la velocidad para conseguir escapar. El respirador llegaba a su límite trabajando a destajo para compensar la baja presión del aire debido a la altura y manteniendo el suministro extra de oxígeno para actividades de gran exigencia aeróbica, y a él se le nublaba la vista. Uno de los mini tanques de oxígeno falló, y el otro, debido a la sobrecarga que se le impuso para compensar la falta de su gemelo, colapsó unos segundos después. Le faltaba el aire, sentía un fuerte dolor en el brazo y el pecho, y las piernas le flojearon. Todos los indicadores del asesor biomédico adquirieron una alarmante tonalidad roja, más aún cuando la línea encabritada que dibujaba el latir de su corazón abandonó su senda irregular para convertirse en una línea mansa paralela a los bordes de la pantalla.

Él ya había dejado de correr y de respirar, pero la cinética acumulada aún lo hizo dar unos cuantos pasos inseguros antes de desplomarse sobre la nanocinta de simulación, muerto.

―¿Señor Smith? ¡Señor Smith!


Informe del multi-test de calidad ISW-63883763:

-Modelo Nike Mega Master 3000, tipo zapatilla de deporte: todas las pruebas superadas, rendimiento óptimo; lanzar stock al mercado.

-Modelo Adidas Wise Boy, tipo mono de jogging urbano: pruebas superadas a falta de testar la capacidad de absorción ultravioleta, rendimiento óptimo; bloquear stock hasta realizar las pruebas que faltan.

-Modelo Sony Starlight 833, tipo visor multidisciplinar: todas las pruebas superadas, rendimiento óptimo; lanzar stock al mercado.

-Modelo Polar Breath, tipo respirador filtrador: fallo en los mini tanques de aporte de oxígeno, resto de pruebas superadas; bloquear y revisar stock.

-Modelo Señor Smith, tipo consumidor estándar: múltiples fallos en los tests, colapso total; desechar stock.


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