Para enfermos de aburrimiento alérgicos a la pasta de celulosa, para exiliados de bibliotecas con tiempo pero sin estantes, para marineros de la red con tendencia a hacer parada y fonda en tabernas de relatos, para viajeros de sillón y amantes de la aventura estática, para todos ellos y para ti mismo se abre esta consulta literaria, la del doctor Perring, enhebrador de palabras, zurcidor de conceptos y trazador de historias.


Tratamiento único y definitivo: tú pones los segundos, el que suscribe pone las letras...

lunes, mayo 27, 2019

El hombre malo



En la guerra y en el amor todo vale…


Aquel día Mami me despertó temprano, a pesar de que no había cole. Me llevó al baño, me duchó, me echó colonia, me vistió y me puso muy guapo. Yo no entendía bien qué pasaba, porque los sábados siempre me dejaba dormir hasta la hora de mis dibus favoritos. Ya en la cocina, mientras me ponía el desayuno, le pregunté:

—Mami, ¿vamos a ir a algún sitio?
—Cariño, hoy va a venir alguien a darte un paseo —me respondió sin volverse para mirarme a la cara.
—¿Quién?
—¿Te acuerdas cuando fuimos a ver al señor juez, Mario? ¿Te acuerdas de aquel hombre que quería hablar contigo? —aún seguía sin mirarme.

Yo me asusté mucho con aquello. Recordaba cuando fuimos al juez: había allí varias personas, entre ellas un señor que me sonreía todo el tiempo y que parecía querer hablar conmigo. Aquel hombre decía ser mi padre y quería tener “días suyos” o algo así. También recordaba que, después, Mami me contó muchas cosas de él: por lo visto era un hombre malo, un hombre muy malo al que le gustaba hacer daño a la gente. A nosotros ya nos había hecho mucho daño, pero en una época en la que yo era muy pequeño y por eso no me acordaba de nada. Él ahora vivía con una mujer mala que se metía en las casas de las familias para que los papás y las mamás se pelearan, y hacía sufrir a los niños como yo. El hombre malo quería separarme de Mami para llevarme con él y con la mujer mala. Y ahora venía a por mí.

—Mami, yo no quiero ir con el hombre malo —le dije, y empecé a llorar.
—Eso se lo dices a él —me respondió como si me riñera.
—Pero Mami…
—Espera a que llegue, que ya no debe tardar mucho, y se lo dices tú mismo —me dijo, un poco menos enfadada.

Me quedé sentado en la mesa, llorando. Pensaba en el hombre y la mujer mala llevándome por ahí para hacerme sufrir y no dejarme ver más a Mami. También me hacía sentir mal el que Mami estuviera enfadada conmigo, porque yo no había hecho nada malo. Mami se paseaba nerviosa por la cocina, con cara de reñir y mirando el reloj de la pared cada poco rato.

—Espero que el asqueroso haga por lo menos una cosa bien y llegue a su hora −dijo una de las veces.

Más tarde llamaron al porterillo, lo que hizo que una especie de frío me subiera desde la barriga y me hiciera llorar más fuerte. Mami se acercó rápidamente al telefonillo y lo descolgó:

—¿Quién es? —dijo enfadada—… Espero que vengas solo, porque si veo a la zorra esa la tiro escaleras abajo… Sube. —Y le dio al botón de abrir—. Ya viene… tu padre −dijo mirando hacia mí como si yo hubiera hecho algo malo. Yo salí corriendo y me abracé a la pierna de Mami.
—¡Mami, por favor, no dejes que el hombre malo me lleve!
—Tranquilo, mi niño, que si tú no quieres ir con él te juro que te quedarás aquí −me dijo, esta vez sin reñirme.

Un rato después sonó el timbre, y Mami, que me había puesto de pie cerca de la puerta, se fue a abrirla. Allí apareció el hombre malo con la misma cara sonriente que el día que fuimos a ver al señor juez y una caja grande, envuelta en un papel muy bonito y con una cinta roja.

—Hola Mario —me dijo—, soy tu papá. Mira qué regalo más bonito te traigo. —Yo me quedé quieto, llorando, sin atreverme a decir o hacer nada—. ¿Qué te pasa Mario? ¿Por qué estás triste? Mira, ¿no quieres abrir el regalo? —dijo ofreciéndome la caja.
—¡No lo quiero! —le grité—. ¡Y tampoco quiero irme contigo! —La sonrisa desapareció de la cara del hombre malo, que empezó a mirarme como si le doliera la tripa.
—Qué esperabas, desgraciado —dijo Mami—. ¿Acaso te crees que puedes abandonarnos por una furcia y venir aquí como si tal cosa a llevarte al niño? El niño no quiere ir contigo, le das miedo… y asco.
—Sandra, por favor, no nos hagas esto.
—¿No nos hagas? ¿Acaso me estás diciendo que estoy haciéndole algo malo al niño? Tú, que nos abandonaste para irte con la pu… Mira, no me hagas hablar. —El hombre malo se puso en cuclillas y soltó la caja en el suelo.
—Mario, ¿qué te pasa? ¿Me tienes miedo? Yo no voy a hacerte nada malo, sólo voy a llevarte a dar un paseo, comer por ahí… Si quieres te llevo a montarte en unos cacharritos que hay en un sitio que yo conozco.
—Mira qué bonito —dijo Mami burlándose de él—: lo va a llevar a montarse en las atracciones del parque. Lo que deberías haber hecho es quedarte a cuidar de su madre y de él, y no irte con la guarra esa a fo…
—¡Sandra, por favor!
—Asúmelo, el niño no quiere irse contigo, está así desde que te vio el día de la sentencia. Tu hijo te teme y te odia.
—¡Te odio! —le grité al hombre malo.

Algo muy raro pasó en ese momento: no lo podía creer, el hombre malo empezó a llorar; flojito, pero vi como las lágrimas caían. Entonces dejó de mirarme, se levantó y se puso delante de Mami.

—Esto que estás haciendo es repugnante —le dijo a Mami.
—Lo que tú nos hiciste con esa puta sí que es repugnante.
—Hoy me voy a ir, pero no te creas que esto se va a quedar así. Haré todo lo necesario para que no me impidas ver a mi hijo, y sabes que, por las malas, te puedo quitar al niño.
—¿Sí? Pues yo te juro que jamás te llevarás niño, por las buenas… o por las malas.
—¡Estás loca!
—¡Vete de aquí, hijo de puta! Y quítate esas lágrimas de cocodrilo de la cara, que aquí no le importan a nadie.

El hombre malo dio media vuelta y se fue, muy triste. Yo, sin embargo, me quedé muy contento porque ya no tendría que ir con él y la mujer mala, y me podía quedar con Mami y ver mis dibus.

—Llévate tu regalo —dijo Mami dándole un fuerte patadón a la caja—, que ya le compro yo todos los regalos que necesita. —El hombre malo no volvió para recoger su caja.

Ya ha pasado mucho tiempo desde aquel día, y el hombre malo ha vuelto varias veces para llevarme con él, pero Mami siempre le dice que yo no quiero que me lleven y le echa de casa. Mami me ha dicho que nunca tendré que irme con el hombre malo si no quiero, por mucho que diga el señor juez. Dice que ella lo impedirá sea como sea.

Mi mamá es muy buena conmigo, y por eso yo la quiero tanto.


0 comentarios:

Publicar un comentario

Exportar para leer en tu ebook

En BLOXP puedes exportar este blog, o parte del él, para leerlo desde tu ebook. Sólo necesitas esta dirección de RSS:

Contador de visitas

Copyright de los textos Manuel Mije © 2013. All Rights Reserved.
Twitter Facebook Favorites More

 
Design by Free WordPress Themes | Bloggerized by Lasantha - Premium Blogger Themes | Powerade Coupons